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domingo, 15 de enero de 2017

POTENCIA DE LA MANADA

RESEÑA* 


Por Silvio Lang


Ya veremos a quién le toca

Tenemos la sensación de que en el último tiempo se nos había impuesto un entusiasmo respecto de la política. Ese activismo ahora parece mostrar fisuras. Donde se invocaba la potencia, es la impotencia la que ahora ronda. Vamos a pensar la potencia, pues. Vamos a vincular elementos de la filosofía de Spinoza con elementos de la discusión contemporánea: ese será nuestro placer y el coraje de nuestra resistencia. 

Tres aspectos de la noción de afección-potencia, en Spinoza, nos interesan: 1) como  teoría de las sensaciones (Gilles Deleuze); 2) por su carácter transindividual (Gilbert Simondon); 3) contra la ultranormativización de nuestras vidas (Frédéric Lordon).

1. La lógica de la sensación concierne de lleno a la fábrica de los cuerpos. La sensación es el punto en que un cuerpo traza nuevas relaciones con las fuerzas. Es producción de un cuerpo intensivo: cuerpo afectivo de la sensación. Ni la percepción, ni las representaciones de la mente pueden dar cuenta cabalmente de las fuerzas en juego como lo hace el cuerpo sensible. En la sensación hay, entonces, una teoría práctica de la vida. Sensibiliza lo insensible de las fuerzas: siento las fuerzas que son insensibles (inaudibles e invisibles, pero también inconceptulizables) y crea los medios para volverlas audibles, visibles y conceptualizables. Eso, que llamamos creación, es ya una comprensión de lo que podemos llamar la vida. Trazar relaciones con un mundo que no está disponible de antemano, a modo de representaciones adecuadas. No es poca cosa intentar pensar esto en tiempos neoliberales. Sobre todo si pensamos que lo neoliberal es un tipo prefiguración de la relación del cuerpo con las cosas y los otros, un tipo de neutralización afectiva, en la que la creación se desplaza al mundo de los dispositivos. En este punto tomaremos la teoría de las afecciones en Deleuze para comprender mejor la teoría de las afecciones en Spinoza. En este encuentro entre afección y sensación buscaremos comprender mejor la noción de encuentro cuerpo-cuerpo, cuerpo-fuerzas como lugar de creación de potencias. Para trabajar esta secuencia vamos a leer los capítulos 6, 7, 8, 11 y 12 del libro de Deleuze Francis Bacon y la Lógica de las sensaciones.

2. Spinoza, señala que no hay “modo finito” (es decir, cuerpo) que no produzca afectos. El cuerpo es potencia de afectar y de ser afectado. En torno a la noción de afección se juega lo que llamamos la subjetividad. La afección se vincula con los efectos que los cuerpos se causan entre sí, pero también con la afectividad con que elaboramos en un sentido u otro esos efectos. ¿Qué es lo que hacemos nosotros con nuestras afecciones? ¿Hasta qué punto las afecciones generan en nosotros “agujeros”, desviaciones (clïnamen) en nuestro modo de existir? Si no hubiese desvíos no habría tampoco nuevos posibles. Pero no es posible pensar estos desvíos sin una comprensión del carácter transindividual de lo subjetivo. Para captar este concepto de transindividual vamos a trabajar dos textos. La introducción del libro La individuación de Gilbert Simondon y un artículo de Etienne Balibar sobre la relación de lo transindividual y el pensamiento de Spinoza.  

3. No todos queremos un amo. ¿Cómo pensar el servilismo generalizado sin acudir a una metafísica del sujeto dominado y del sujeto dominante? El neoliberalismo no se entiende sin recurrir a una analítica de los afectos. Y de la creatividad. Concepto clave en el tipo de reivindicación de la empresarialidad como modelo de potencia colectiva. El neoliberalismo no es meramente una política económica. Es una forma de organización de la potencia, una modulación del vitalismo postmoderno exitoso, sobre todo, en el terreno de la micropolítica de las afecciones. Entonces, es en el terreno de las afecciones donde hay que pensar el modo de resistir-desafiar el formato empresarial de la potencia. Para eso leeremos fragmentos del libro Capitalismo, deseo y servidumbre, Marx y Spinoza (Ed. Tinta Limon 2015).


A nuestros amigos invisibles

1. Es la micropolítica, idiota.
El asunto de la macropolítica es el Estado, ya sea que lo ocupen gobiernos de derecha o de izquierza. Si bien muchos de los últimos gobiernos en Latinoamérica de signo progresista y desarrollistas fueron menos permeables al neoliberalismo no lograron, sin embargo, transformar completamente la vida de las sociedades. El neoliberalismo, en cambio, ha creado dispositivos que estabilizan las subjetividades y que inciden directamente en los procesos sociales. Es por eso que las derechas ya no extraen su razón de ser de su programa dedicado al Estado. Cambiaron: compatiblizan y coordinan con los códigos de los dispositivos micropolíticos, es decir, donde se elaboran las afecciones de las subjetividades. Cambiaron la política estatal por el terreno de la micropolítica. Las izquierdas, a contrarreloj, cuando gobiernan lo hacen sin preguntarse sobre los dispositivos cuyos códigos corresponden al sentido común de las derechas. Por ejemplo, repatir el consumo desde el mismo tipo de acceso a los bienes de felicidad que son elaborados por las multinacionales. Las izquierdas pueden llamarse inclusivas y desarrollista, pero lo que estan distribuyendo no es riqueza: es un tipo de subjetivación cuya racionalidad tienen que ver con la “idiotez” de las derechas que no interfieren en los dispositivos de desposesión neoliberal. Para profundizar estas ideas se puede leer entrevista a Suly Rolnik, "La nueva estrategia de poder del capitalismo mundial"

2. La doble desposesión.
En la cartografía global del neoliberalismo sólo aparece o gobierno o insurrección. El gobierno es una forma de orden que funciona por conjunción de aparatos de logística y códigos de comunicación. No es una retórica política lo que en el gobierno tiene las de ganar. Es en la circulación de las imágenes, la información y los recursos donde se juega su eficacia. Ninguna insurrección (sobre el paradigma de gobierno vs el de la insurrección ver A nuestros amigos, del Comité Invisible; libro de inminente aparición) podría alterar esa programación, porque ya no hay revolucionarios. Estos dispositivos producen una doble desposesión. La clásica desposión que producía el capitalismo en la relación del patrón y el trabajador, disciplina mediante. Y la nueva desposesión subjetiva del neoliberalismo. En ella el consumista es desposeído de cualquier principio de autoregulación y autogestión: es sin límites. El consumista neoliberal ha perdido su autonomía. En el sistema de afecciones de la doble desposesión, el consumista,  no puede parar de decir lo que piensa, lo que siente, lo que es en el ágora contemporánea de internet. Facebook lo hace libre y esclavo a la vez. Y siempre queda afuera, excluído de la existencia de los otros. No puede esperarlos, quiere más…

Nosotros, los precursores oscuros.
 
No se puede pensar hoy lo político desde lo político como herramienta de transformación, porque la política ha venido operando como vía de normalización de nuestras vidas. Habrá que alumbrar otros caminos oscuros. Seamos los precursores oscuros de otras fuerzas. No nos adecuemos a la sociedad de control. Basta ya con nuestro deseo de adaptación y basta de deprimirnos en masa. Dignifiquemos las afecciones que nos enlazan. Seamos trabajadores del lazo. Si la fuerza política no viene de nosotros y nuestras propias posibilidades no vendrá de ninguna otra parte. Esta es una ética práctica. Vivamos como precursores del colectivo por venir. No sabemos aún como vamos a cuajar nuestra fuerza. Porque no aceptamos ningun programa. Los dispositivos codificados son una máquina de abolir la lógica de nuestras afecciones. A nosotros, nos gusta quedarnos al acecho, disponibles para sentir los nuevos encuentros y las posibles resoluciones. Las afecciones nos proveen de una dimensión de libertad no programada donde se puede armar un posible-real para nosotros y muchos otros. Somos la potencia de la manada.


*Reseña realizada para el grupo de estudio "Spinoza y nosotros", coordinado por Diego Sztulwark, encuentro del 15 de marzo de 2016. Foto: Cristián Bonaudi, de la performance Ensayo de Eros, de Silvio Lang.


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