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lunes, 9 de enero de 2017

PUESTO DE GUARDIA TEÓRICA: ¿QUÉ ES UNA POSICIÓN ARTÍSTICA CONTEMPORÁNEA?

GRUPO DE ESTUDIO



Por Silvio Lang

En momentos de saturación de situaciones insoportables puede usarse la teoría como abrelatas del encierro de un mundo; como utensillo de discernimiento de la masa de informaciones y datos duros; como arma de defensa personal y resistencia desidentificatoria; como telescopio del tiempo que te envuelve y de las cosas invisibilizadas en ese mismo tiempo; como fueguito profano que ilumina y erotiza; como contacto de una cercana distancia de los hechos, de la la configuración de las ideas y de la trama de los afectos de tu tiempo presente. 

“Para saber hay que tomar posición”, es la primera frase que lanza George Didi-Huberman, en Cuando las imágenes toman posición, y hecha a rodar las palabras cual montaña rusa en espiral. De esos posicionamientos de nuestra práctica escénica y sus correlaciones y composiciones de fuerzas queremos reclutarnos como “camaradas del tiempo” presente. El Puesto de Guardia Teórica es una emergencia del pensamiento sensible, experimental y militante, en el terreno de la teología neoliberal existente, como práctica de contrapoder hacia una estética de mangrullo y resistencia inventiva.

Con estas palabras llamaba al Puesto de Guardia Teórica, a principios del 2016, desde el Taller de Actuación y Creación Escénica, que coordinamos junto a Juan Coulasso. El Puesto fue un grupo de lecturas y conversaciones de filosofía, teoría política y práctica escénica que coordiné, con la colaboración de Ramiro Guggiari, en Espacio Granate, durante el año. No era la primera vez que coordinaba un espacio así, ni el único en el año, que conducía, o en el que participaba, -toda mi formación autodidacta y mi empuje a la producción de pensamiento en situación están compuestas por esta instancia colectiva que es el grupo de estudio. Sin embargo, en este Puesto se jugaba para mí la tentativa de producir en el vivo del pensar con otros –libros y colegas un espacio de indagación de las afecciones comunes de nuestras vidas contemporáneas consideradas, indistintamente, tanto desde nuestra práctica escénica como desde una serie de conceptos de la teoría política y la filosofía. Armarse de una caja de herramientas, o caja de resonancia de conceptos e imaginación para pasar los años de violencia institucional que se avecinaban. La imagen del “puesto” o “mangrullo” reactiva el imaginario militar de la “conquista del desierto” del genocido indio en la Patagonia argentina y, a su vez, se multiplica en la figura del baqueano de las pampas, del partisano en fuga como estrategia de sobrevivencia en el neoliberalismo como guerra. El grupo reunió a director*s, actores y actrices. Nos reunimos durante 6 meses, cada quince días en torno a la lectura de fragmentos de los libros: Cuando las imágenes toman posición, George Didi-Huberman; Volverse público, de Boris Groys; Hijos de la noche, de Santiago Lopez Petit; La salvación de lo bello, de Byung-Chul Han; La subjetivación. Curso sobre Foucault, de Gilles Deleuze; Micropolítica. Cartografías del deseo, de Félix Guattari y Suely Rolnik. 

Aquí, compartimos la reseña de lo que fue el primer encuentro, en abril de 2016, donde propusimos nuestro plan de trabajo, a la vez que trazamos nuestra cartografía de lucha e invención.



¿QUÉ ES UNA POSICIÓN ARTÍSTICA CONTEMPORÁNEA?*

Por Ramiro Guggiari y Silvio Lang


Partimos de una pregunta. Una que, a la vez, es muchas: ¿qué es una posición artística contemporánea? Esta pregunta organizará nuestra indagación, nuestro andar a través de textos y experiencias. Primero, vamos a considerar lo contemporáneo como topografía, como territorio de afecciones y fuerzas.

Somos habitantes  de nuestro tiempo presente, pero ¿es por ello nuestra posición contemporánea? Desde la perspectiva de nuestra práctica escénica, ¿qué nos puede aportar este espacio en términos de modificación de nuestros modos de producir, de escenificar? En otras palabras, ¿a qué hemos venido a un Puesto de Guardia Teórica? Puesto de Guardia, ¿de cuál guerra?, ¿contra qué? Pensemos en dónde estamos en peligro. 

Nos pensamos, así, como un grupo de coyuntura de peligro más que como un grupo de saber. Un grupo para pensar nuestra práctica hoy, para repensarla en el diagrama de fuerzas en el que estamos implicados. Empezamos por leer el artículo “¿Qué significa lo contemporáneo?”, de Marten Spangberg.  Y seguiremos con algunos capítulos del libro Volverse público, de Boris Groys.

Spangberg, performer y coreógrafo suizo, plantea que una posición contemporánea requiere una relación consistente con el mundo que nos rodea, con sus discursos, sus modos de producción, sus epistemologías. No hay forma de tomar posición sin ponernos en relación con estas dimensiones de nuestro presente, que en términnos de la de filosofía de Michel Foucault equivaldrían a: dispositivos de poder, producción de subjetividad y formaciones de saber. Para ello trabajaremos con la clases de Deleuze sobre Focault, La Subjetivación.

Ser contemporáneo, entonces, no tiene nada que ver con ser “reciente”. Ser contemporáneo es tomar una posición en el umbral del presente. Querer romper  el cerco del presente; hacerlo en tu cotidianeidad, en el “campo de ensayo” de un proceso de escenificación. Para esto, en primer lugar, hay que mapear: identificar,  cuáles son las fuerzas y formaciones discursivas del presente; cuáles son los saberes-poderes (porque todo poder produce un saber y el saber no se instituye sin el ejercicio de un poder), qué fuerzas nos afectan y cómo se pueden  resistir. 

Más precisamente, en nuestro presente: ¿cuáles son los poderes-saberes y las subjetividades del neoliberalismo? ¿Cuáles son sus modos de modalizar sujetos, corporalidades? Es nuestra tarea reconocer estos “focos de poder”: las fuerzas del presente que funcionan a través de saberes-poderes, reconocerlas e investigarlas y definir una estrategia para hacer con ellas. En esta vía, sumaremos a la lectura de Foucault por Deleuze, algunos capítulos de los libros Micropolítica. Cartografías del deseo, de Félix Guattari y Suely Rolnik.

Es necesario identificar las trascendencias del presente escénico que funcionan como estructuras de obediencia. Esas grandes configuraciones epistemológicas, el drama realista costumbrista, por ejemplo, que siguen modalizando nuestras prácticas. Por supuesto, que hay artistas que pretenten ubicarse en una relación armoniosa, acrítica, con esas trascendencias. A eso llamamos consentimiento,  obediencia y esclavitud, o colonialismo.

Luego, para pensar el presente podemos conocer sus condiciones de existencia. ¿Cómo es que tal cosa pudo haber existido, cómo puede existir hoy, cómo podrá existir mañana? ¿Cómo se fabrican las cosas? ¿Cómo se fabrica tal o cuál saber-poder? Se están fabricando hoy, en el mundo neoliberal, en la Argentina de Macri. El neoliberalismo suele ser pensado más comúnmente desde una mirada macropolítica como un tipo de economía política. Sin embargo, una definición más interesante y pertinente a nuestra tarea de artistas escénicos sería que: el neoliberalismo no sería tanto una economía política si no un dispositivo micropolítico de codificación y organización de la potencia de los cuerpos.

Pensado desde esta óptica, el neoliberalismo, se nos aparece desde otra forma: como movimiento cultural global, como ontología global totalitaria, de una sola cara, y de múltiples caras. Totalitaria, porque quien no se pone en consonancia con ella es eliminado. De múltiples caras, porque las sociedades postdisciplinarias, las sociedades de control, ya no operan sobre los sujetos rígidos del siglo XIX. El poder neoliberal modaliza sujetos híper-dinámicos, incapaces de gestionar su autonomía, abonados a este código de normalidad y sus dispositivos de control.

El neoliberalismo es, por lo tanto, pasión global, código de vida. Pasión, padecimiento, enfermedad. En griego, estas tres palabras están unidas bajo la misma expresión: “pathos” (trasliteración de πάθος). El neoliberalismo es el pathos del poder global. Así es como estamos afectados de neoliberalismo; enfermos de normalidad. Es urgente que nos preguntemos: ¿cómo es esa afección?, ¿qué afectos –variaciones de nuestra potencia de hacer– nos produce la afección neoliberal? O mejor, como planteamos con Diego Sztulwark, ¿qué tipo de afección es el macrismo?

Frente a esto, oponemos una actitud crítica e inventiva a la vez. Obedecer o desobedecer al poder-saber neoliberal, esa es la cuestión. Esa es la actitud, a componer. Estamos aquí ante una crítica del modo de subjetivación del neoliberalismo, un crítica de la ética subjetiva normal. Hacia el final de su pensamiento, Michel Foucault usa la palabra “actitud”, para referirse a este modo de producir(se) subjetividad frente al poder-saber neoliberal. Palabra rara, actitud, en este contexto. Es una traducción de “ethos”, en griego (trasliteración de ήθος), que significa: costumbre, conducta, y, a partir de ahí, actitud, carácter distintivo de algo, personalidad, singularidad. De ahí viene la palabra “ética”. 

Queremos entender qué es una actitud, o una ética, que no sea neoliberal, desobediente a esa estructura de poder. Es una actitud crítica e inventiva del artista contemporáneo en relación a su presente, la que permitirá pensar el campo de los posibles. ¿Qué hay más allá del saber-poder del presente? ¿Es posible traspasar ese cerco? Habrá operadores de nuevas cartografías, que serán nuestros procedimientos de subjetivación. Puntos de resistencia, posibilidades de fugas donde el Poder se bloquea porque no entiende. 

El cuerpo es el lugar donde esos procedimientos se juegan. La pregunta por el cuerpo es una pregunta por la resistencia y la invención. ¿Qué es lo que, en los cuerpos, resiste a la trascendencia del poder? ¿Qué cuerpos resisten?¿Qué poderes corporales resisten al poder neoliberal?, ¿qué razones del cuerpo resisten al saber de ese poder? Apelamos, entonces, a este tipo de actitud respecto al presente, como micropolítica de los cuerpos. Es decir, que si no opero en el territorio de los cuerpos, no hay nuevos posibles de vida. Y nuestra práctica escénica trabaja con y desde los cuerpos, su materialidad y su realidad imaginaria.

El cuerpo será nuestro “indicador de verdad”. Palabra problemática: “verdad”. Difícil definirla sin decir lo obvio. Cuando en el campo de batalla dudemos del rumbo, cuando hayamos perdido nuestros caballos, nuestros soldados, e incluso tal vez la causa, en esa confusión, en esa oscura y terrible confusión de la guerra, incluso ahí, y particularmente ahí, el cuerpo siempre será nuestro “indicador de verdad”, porque ahí estará guardada siempre la respuesta sobre de qué se trata lo que estamos haciendo. La verdad es una resolución sensible. 

Cuando decimos cuerpos no nos referimos solamente a cuerpos individuales, pensemos en cuerpos colectivos: grupos, clases sociales, comunidades. Partimos de una idea mundana de “cuerpo” pero vamos hacia su expansión; se trata de una noción filosófica (presente en la tradición sponizista, retomada por Deleuze) que tiene sus complejidades, y con la que volveremos a cruzarnos más adelante.

Es necesario, indagar nuestras afecciones para poder intervenir, Impugnar el presente y componer otra cosa. Encontrar nuestros operadores estratégicos de desprogramación del código de vida neoliberal. Pero ello no se hace sin atender nuestros modos de construcción de creaciones escénicas, sin rever nuestras estrategias y operaciones escénicas. Para estos ejes de problematización trabajaremos con algunos capítulos de los libros Hijos de la noche, de Santiago López Petit y La salvación de lo bello, Byung Chul–Han

La creación escénica como operación, como acción transformadora, como performance y  no como representación.  Lo que producimos en nuestra práctica no como obra sino como coordinación espacio-temporal de los espectadores y de los artistas. La realización escénica es una actividad de coordinación de la experiencia del espacio y del tiempo. El artista no es un creativo de contenidos, sino –nos dirá Groys–  un legislador del espacio-tiempo. Entonces, la puesta en valor estará dada por la singularidad de esas reglas cronotópicas. Vamos a leer, en ese sentido algunos capítulos de Cuando las imágenes toman posición, de George Didi- Huberman.

En conclusión, mapeamos la contemporaneidad y cartografiamos las acciones, para ubicar nuestra posición en relación con los saberes, poderes, y modos de subjetivación que operan en el diagrama de fuerzas del presente. Seremos los “diseñadores” de esas operaciones performáticas que suscitarán escenarios posibles, en contra-posición con la Argentina macrista neoliberal. 

* Reseña del primer encuentro del 9 de abril, 2016, del Puesto de Guardia Teórica, del Taller de Actuación y Creación Escénica. Una primera versión del texto fue publicada en el blog Escrituras Escénicas.




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