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domingo, 22 de enero de 2017

TRAZAR UN CÍRCULO, LUEGO LANZARSE

PRESENTACIÓN LIBRO *


Por Silvio Lang

En los trenes, en los subtes, en el spinning, en los desplazamientos de la ciudad se lee Pensar con mover. Pero también, en los remansos al sol, en plazas y terrazas, donde la ciudad se suspende. Pende y se cuelga. Diría que el libro de Marie Bardet es un libro colgado: pende de dos tensores de un mismo tenor: las filosofías y las danzas que ansían anclar en el mundo.

Hago la cartografía de la ciudad con el libro de Marie Bardet en mano.  Pensar con mover  es la guía Routard de los focos de la experiencia urbana: puntúa los itinerarios del pensamiento que pesa y sopesa en la masa de las multitudes. ¿Cómo se desplaza una filosofía, cómo se desplaza una vida mundana? La filosofía con la danza ya no sería el historicismo sin historia de la arqueología y la genealogía, sino la historiografía de las actitudes insistentes -los gestos, los actos, las poses, los estilos y posiciones- que mueven la historia del mundo.

Bardet sueña a Rancière. La danza es la lógica de una filosofía que observa los desplazamientos de los cuerpos. Cuerpos y pensamientos repartiéndose en la mezcolanza democrática. Observar los cuerpos repartiéndose indistintamente es vivir el peso de sus pensamientos que se desplazan según sus puntos de interés y desinterés. Una manera de moverse pensada e impensada a la vez. La danza es lo aún no pensado de la filosofía. Deshace lo imposible de ser pensando. La danza es esa apertura, ese cuelgue y descuelgue, que fuerza un desplazamiento del pensamiento. Una apertura que produce un cambio de peso por donde puede venir una dinámica impensada. ¿Qué sería de la filosofía sin su anclaje en el peso del mundo? ¿Qué son hoy en día las filosofías sin condiciones gravitatorias? Es que sin danza, acaso, ¿hay filosofía?  Sin desplazamientos en el pensar, sin pesos y valores diferenciados, sin aceleraciones, ni relevos, ni continuaciones, sin gestos, ni posiciones, ¿hay filosofía? La danza fuerza a la filosofía a pensar, a desplazarse de sí, la pone de patitas en la calle. Danza-apertura-desviación-brecha-división-separación-descarrilamiento y descuartizamiento de lo sabido.

La filosofía y la danza pueden ser, entonces, el “lazo entre  desjerarquización de las partes, repartición de los pesos, desconstitución de la forma, permeabilidad de los contornos y desidentificación”, murmura Bardet en sus ensoñaciones rancerianas. Porque si la emancipación intelectual que sueña Rancière es un acto, el momento de un ser tomado por la palabra que se desplaza de una minoridad y demuestra una capacidad expropiada, la danza es lo que se pone en sus hombros la improvisación de las performances posibles. 

Si la performance es la medida de lo verdadero en el campo de la invención filosófica, la filosofía deviene archivo de las posiciones, de los desplazamientos del pensar que la danza conmueve. La filosofía como lo que discurre -idas y venidas- entre el reparto de los lugares ordenados y las maneras de franquearlos, repartirlos y compartirlos. La danza conmueve los cuerpos y  marca el paso y el peso de la filosofía. La danza sería el sentido –las brechas posibles- de las proposiciones del filósofo. Filosofar con la danza es compartir otras maneras de vibrar, de moverse con. “Hacer filosofía es hacer la experiencia de la realizad”, escribe Marie. El pensar con mover del cruce de la filosofía y la danza es la condición de rozar lo concreto, los gestos y las palabras del mundo.

Entonces, lo que sucede es un vaivén entre unos y otras. No se sabe por dónde comienza el juego. Más bien se lo juega. Se vive en el fru fru de las palabras y los gestos. La danza anima el baile, enrola, compone, articula, rota, presenta los desplazamientos de la palabra articulada. La danza como performance del pensamiento compone nuestras tentativas materiales, nuestras maneras de pasar por la vida, nuestras artimañas y maquinaciones, La danza como dinámica improvisada de los cuerpos fabrica el mundo. El mundo se hace y se deshace en las alucinaciones y materializaciones provisorias y definitivas de los cuerpos ¿Y cómo se hace el cuerpo del mundo? Se empieza con la democratización del cuerpo danzante: redistribución de los valores y los pesos en el cuerpo y entre los cuerpos; repartición indistinta de los lugares de atención, de percepciones, de inspiraciones y de movimientos en todo el cuerpo. Así, desjerarquizando las relaciones de fuerzas en el cuerpo del mundo se abre la posibilidad del pensamiento compartido que requiere una política democrática. ¿Y cómo se hace? Trazando un círculo en común, luego lanzarse.


* Texto de presentación del libro Pensar con mover, de Marie Bardet, leído el sábado 17 de noviembre de 2012, en el Espacio Ecléctico,  Buenos Aires.







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