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domingo, 7 de mayo de 2017

NO SABÍAMOS CUÁNTO ODIO PUEDE UN CUERPO

RESEÑA SOBRE DIARIOS DEL ODIO

Por Nahuel Puyap Lobo

Diarios del Odio, Odios diarios y continuos. Como medida de autorescate, casi nunca he leído los comentarios de las notas de los diarios en las redes. Las pocas veces que lo hice prefería pensar que era algún desquiciado perdido, que eran una minoría muy pequeña o eso que llaman trolls.
El primer tema que suena ya es una especie de piña en el estomago, con  un punto muy preciso como el  rojo de los pechos. Pero a medida que avanzan, así como el maquillaje muta y se va volviendo piel, así los microfachismos crecen, se ramifican,  produciendo una subjetividad reactiva, que necesita de la destrucción del otro para afirmarse.
Una constelación de enemigos, al paredón. Inmigrantes de segunda, victimas de trata, ñoquis, Milagro, chorros,  trans, piqueteros, wachiturros, militantes, yeguas y sapos,etc. La universidad contra la villa, creo que cantan en algún momento. Los cuerpos que se agitan con cada verso, los cuerpos, esas fuerzas que estaban coagulándose, para darle paso a la realidad actual. Diarios del odio, o “Crónicas de un fascismo anunciado”.  Si no hubiesen estado todos esos cuerpos ahí, soportando el odio, hubiese vomitado, literal. Perturbación absoluta.
Dispositivos productores de odiadores compulsivos, que leen cada signo vital, como un ataque a su vida esclava. Imagino las noticias encargadas de disparar esos discursos. Comentarios marginales que anunciaban el porvernir.
Escuchar lo insoportable, sabiendo que día a día estamos soportándolo. Escuchar que el plan que están llevando adelante, estaba anunciado en esos diarios. Los cuerpos danzando al ritmo del la cantinela mediática, desarmándose, deshaciéndose, mutando, afectando-se. Sólo interrumpiendo ese continúo de producción apersonal, para tomar el rostro del vecino. Figura predilecta del “nuevo orden”, ese sujeto “apolítico” preocupado por su vereda, su bolsita de basura, y la seguridad. Su miseria personal.
El teatro suele re-presentar algún drama ya pasado, o denunciar algo que está pasando. Este teatro, más cercano a una fábrica tomada, no representa nada, presenta las fuerzas reactivas que hicieron de un momento histórico vital y potente,  un  presente de tristezas, aplastamiento y destierro. Un presente  que persigue y reprime  la constelación de extrañezas que supimos ser, para que Nunca Más se nos ocurra creer que el mundo  puede ser para todos y todas.

Sin embargo en cada expresión de odio, se nota la desesperación x no comprender qué es eso que nos mueve, y como dicen las feministas, nos mueve el deseo. Colectivo, apersonal, utópico y alojador de lo extraño, eso que aún hoy los aterra. Gracias compañerxs por seguir produciendo extrañeza.

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