RESEÑA SOBRE DIARIOS DEL ODIO
Por Nahuel Puyap Lobo
Diarios del Odio, Odios diarios y continuos. Como medida de
autorescate, casi nunca he leído los comentarios de las notas de los diarios en
las redes. Las pocas veces que lo hice prefería pensar que era algún
desquiciado perdido, que eran una minoría muy pequeña o eso que llaman trolls.
El primer tema que suena ya es una especie de piña en el
estomago, con un punto muy preciso como
el rojo de los pechos. Pero a medida que
avanzan, así como el maquillaje muta y se va volviendo piel, así los
microfachismos crecen, se ramifican, produciendo una subjetividad reactiva, que
necesita de la destrucción del otro para afirmarse.
Una constelación de enemigos, al paredón. Inmigrantes de
segunda, victimas de trata, ñoquis, Milagro, chorros, trans, piqueteros, wachiturros, militantes,
yeguas y sapos,etc. La universidad contra la villa, creo que cantan en algún
momento. Los cuerpos que se agitan con cada verso, los cuerpos, esas fuerzas
que estaban coagulándose, para darle paso a la realidad actual. Diarios del
odio, o “Crónicas de un fascismo anunciado”.
Si no hubiesen estado todos esos cuerpos ahí, soportando el odio,
hubiese vomitado, literal. Perturbación absoluta.
Dispositivos productores de odiadores compulsivos, que leen
cada signo vital, como un ataque a su vida esclava. Imagino las noticias
encargadas de disparar esos discursos. Comentarios marginales que anunciaban el
porvernir.
Escuchar lo insoportable, sabiendo que día a día estamos
soportándolo. Escuchar que el plan que están llevando adelante, estaba
anunciado en esos diarios. Los cuerpos danzando al ritmo del la cantinela mediática,
desarmándose, deshaciéndose, mutando, afectando-se. Sólo interrumpiendo ese continúo
de producción apersonal, para tomar el rostro del vecino. Figura predilecta del
“nuevo orden”, ese sujeto “apolítico” preocupado por su vereda, su bolsita de
basura, y la seguridad. Su miseria personal.
El teatro suele re-presentar algún drama ya pasado, o
denunciar algo que está pasando. Este teatro, más cercano a una fábrica tomada,
no representa nada, presenta las fuerzas reactivas que hicieron de un momento
histórico vital y potente, un presente de tristezas, aplastamiento y
destierro. Un presente que persigue y
reprime la constelación de extrañezas
que supimos ser, para que Nunca Más se nos ocurra creer que el mundo puede ser para todos y todas.
Sin embargo en cada expresión de odio, se nota la desesperación
x no comprender qué es eso que nos mueve, y como dicen las feministas, nos
mueve el deseo. Colectivo, apersonal, utópico y alojador de lo extraño, eso que
aún hoy los aterra. Gracias compañerxs por seguir produciendo extrañeza.

Escelente comentario!
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