Crónica*
La popular disco gay Angel’s – “El Engelin”, entre habitúes- está situada frente al Morgue Judicial, en la calle Viamonte,
a la vuelta de la Facultad de Economía de la Universidad de Buenos Aires. Aunque para la descripción comercial está ubicada en Barrio
Norte.
“Angel’s es en cierta forma el opuesto a
Palacio Alsina en cuanto a público, atrae a gay y travestis locales e
inmigrantes”, dicen los dueños. Palacio Alsina es otra disco del ambiente muy “chic”, ubicada en un
elegante edificio comercial del siglo XIX, en Microcentro, que atrae a muchachos de Zona
Norte y el barrio de Belgrano. Sin embargo, en Angel's, desde el incendio en Cromañon hay que hacer largas colas, pero reideras como ninguna igual, en toda Buenos Aires.
Otro habitué es el legendario “chongo”
(homosexual en pose viril) que Juan José Sebreli en su “Breve historia de la
homosexualidad en Buenos Aires” había dado por muerto. Pero revive aquí, en “El Engelin”, cada fin de semana. El
chongo actual es más bien “tapado” - hombre comprometido con mujer, que tienen
sexo clandestino con hombres anónimos. En el “darkroom” (los antiguos
reservados pero más oscuros y masivos) se hace chupar la pija por una travesti;
cuando se acerca un varón gay lo para en seco y le dice: -"¡Salí, puto!". Cuando
van al “telo” la escena se invierte: el chongo se da vuelta y la travesti
oficia de “activa”. “Estoy cannnsada, canssssada, de hacer de activa”, harta,
le comenta en el baño de hombres una travesti a otra amiga.
El lugar está dividido en tres pisos: bar adelante
con reservados en el fondo, pista de bailanta en el subsuelo, y pista pop en el último piso. Los que van
entrando se apropian del lugar: como animales lo impregnan con el olor de sus
glándulas. Necesitan recordar el espacio tal como lo dejaron la última visita y,
a su vez, que el espacio los reconozca, los acepte. El espacio es el
protagonista.
En la pista subterránea recibe la “mujer con
bigotes”, que baila haciendo “pasarela” (desfilando). Es un señor con entradas,
bigotes y pelo largo que baila de acá para allá saludando como la reina de la
comparsa. Los techos transpiran porque el lugar está abarrotado de cuerpos,
olores y sensualidad cumbianchera.
Suelta por el bar y los reservados anda “La
Pará”, o “La Ubre”, según qué amigos. Una travesti de mútiples identidades, más de dos metros de
alto y con unas grandes tetas, que se confunden con la barriga. La Pará anda
por la disco con una copa vacía y con la otra mano vacía se quita de encima
manos invisibles, que la tocan, mientras grita: “¡Paraaa! Los más avezados le responden:
“¡Parameláaa!”. En El Engelin se habla a viva voz, a voz en grito, todos
comentan con todos.
En la pista del piso superior hay más "producción". Una
pared cubierta de espejos donde las travestis se ubican frente a ella en fila
india: bailan y seducen. Los chongos se les ponen a bailar atrás. El cortejo es
de miradas a través el espejo. Pulula en los márgenes de la pista “el pago”- joven
taxiboy encubierto, que cobra barato
por sexo. Correteando de la mano por la pista con toleritas improvisadas -remeras levantadas y anudadas a la altura de los pechos-, andan las quinceañeras. Se suben todas al
escenario del fondo, al lado del disc-jockey, y hacen la “coreo” de un tema de Britney
Spears. Las más duchas llevan la delantera coreográfica. Otros dos pequeños
escenarios hay en medio de la pista donde los adolescentes fibrosos y casi
anoréxicos se suben en cuero, se frotan entre ellos, bailan y obnubilan a la
población danzante. Gravitan en una galaxia que se construye alrededor de una
bola de espejos imaginaria que se cierne sobre el centro de la pista.
Son más de las 6 de la mañana. La luz de día
descubre a los rostros destrazados que huyen de la disco en desbandada. Las
travestis mayores entre palmadas y
risotadas simulan rifar a las más jovencitas: -“¡A cinco pesos las nuevitas!”, vociferan entre palmadas rítmicas.
La variedad de personajes de Angel’s puede ser
un gran atlas de la fiesta diversa plebeya. Figuras de cuerpos con historia que resisten, y entienden o
presienten, que la sexualidad es un proceso subjetivo social y por lo tanto
militante.
* Crónica publicada en el diario Miradas al Sur, el domingo 6 de julio,
2008, Buenos Aires.






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