Por Silvio Lang
Dramaturgo y director de Diarios del odio
“Los discursos del odio no son meramente expresivos sino que son performativos de un posible, y en el caso argentino, un real genocidio”, escriben sobre el poemario Diarios del odio, sus propios autores, Jacoby y Krochmalny. O sea, que las palabras no explican el mundo, lo realizan. Esta acción compositiva de los posibles del mundo se trabaja en la práctica literaria, política y escénica como teatro de operaciones. En el mundo hay cuerpos, lenguajes e ideas que modalizan subjetividades, modos de vida, lógicas de aparecer en el mundo. La práctica escénica es para nosotros la crítica práctica que desmitifica esas subjetividades y crea otras distintas.
En la Argentina durante la fase kirchnerista-peronista se produjo, en paralelo, una subjetividad reactiva de derecha, que tuvo su foro con los comentarios de los lectores de las versiones electrónicas de los principales diarios nacionales y en las marchas organizadas por las empresas de esos mismos diarios. Con la transcripción de esos comentarios, Diarios del odio, se escribe como escenario textual. “Nos motivó la tolerancia social y jurídica respecto de la manifestación pública de expresiones de hostilidad radical: discursos racistas, clasistas, xenofóbicos, homofóbicos, incitaciones al genocidio y magnicidio, expresiones derogatorias de los representantes legítimos de la voluntad ciudadana”, testimonian los poetas sobre esas voces anónimas poseídas por el odio. Voces violentadas por la rabia de las relaciones sociales. Se habría constituido así, en la Argentina de la última década, un derecho al racismo, que tendría su escenario más espectacular y trágico en la desocupación por mano propia de los vecinos del Parque Indoamericano, en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires, ante la toma de migrantes nacionalizados.
Una guerra civil ya no por identidades nacionales, sino por modos de vida ciudadana. El derecho al racismo podría considerarse como la negación y eliminación de la ontología, o de la posibilidad de existencia de otros ciudadanos. Es esta guerra existencial de los cuerpos por modos de vida diferentes lo que se aventura a mapear la realización escénica Diarios del odio hasta volverla materia escena del agite.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario